viernes, 7 de noviembre de 2014

LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO


“Lo primero que le interesa a Cristo es la predicación del Evangelio: hasta el milagro viene después de eso. Aquí en Buenos Aires me parece ver —y ojalá me equi­voque— un fenómeno monstruoso: el único lazo religioso que une a los fieles con la jerarquía y da a la jerarquía su razón de ser, que es la predicación, no existe; o di­gamos, más moderadamente, como si no existiera.
“Id y enseñad a todas las gentes”. En las parroquias no se enseña nada, ni en las “cátedras” de las Catedrales. ¿Qué es una gran parroquia de Buenos Aires? Ciertamente no es una parroquia medioeval, un núcleo de gente unida por la fe, que se conoce, conoce al Pastor, y es conocida por él: “mis ovejas me conocen y yo las conozco”, dice Cristo. Hablando breve y mal, una pa­rroquia de Buenos Aires es un gran edificio donde con­curren masas desconocidas a comprar “sacramentos” que para muchos, que no tienen fe sobrenatural sino simple superstición —justamente por falta de enseñanza—, no son sacramentos, sino ceremonias mágicas. Hay excep­ciones. Hablo en general.
El único lazo unitivo que quedaría para formar mal que bien una verdadera comunidad religiosa sería la pre­dicación del Evangelio; y no se predica el Evangelio. Yo he recorrido las principales parroquias de Buenos Aires, he oído a los principales “oradores” y sé que no se predica el Evangelio, no se enseña la fe.
Si San Pedro y San Pablo volviesen al mundo, esto es lo que dirían. Pero dejen no más, ya volverán Enoch y Elías.”


Padre Castellani –Domingo vigesimotercero después de Pentecostés – El Evangelio de Jesucristo